
Los fantasmas de la Navidad adulta
qiip30-11-2022
Es Navidad. La ciudad lo sabe con sus alumbrados, el calendario lo sabe por sus festivos, sus amigos lo saben por los buenos deseos, su estómago lo sabe por la cantidad de comida. Es Navidad y todos lo saben, hasta su bolsillo. Otro año que pasaría sin que Andrés se diera a la tarea de organizar sus finanzas. Las uvas con las que se atragantó el año pasado entre cada “que me vuelva millonario, que me vuelva millonario” no tuvieron resultados. ¿Cómo iba a estar feliz si lo debía todo? Los regalos que acaba de entregar están todos pagados a 36 meses de su tarjeta de crédito. ¡Eso para recibir cosas que ni siquiera le gustan ni, mucho menos, necesita! ¿Qué va a hacer con una gallina bordada para guardar huevos o con un set de pintura si nunca le ha dado por dibujar en su vida?
Nos encontramos frente al típico caso de “grinch” financiero. Claro, pero es que cómo no lo iba a ser, si le pasan cosas como la de la semana pasada. Tuvo la reunión navideña con sus amigos de la oficina. Habían llegado al acuerdo de comprar un único regalo, uno que le pudiera gustar a cualquiera. La dinámica era simple: se ponían todos los regalos en el centro y luego de que alguno diera la señal, se debían lanzar a coger el primer regalo que se les atravesara. Claro, tendría sentido si todos hubieran cumplido con la promesa de llevar algo. Pero como se trata de Andrés, era más que obvio que iba a ser el único en quedarse sin nada. Todo porque Mauricio, el de contabilidad, llegó con la excusa de no poder comprar nada por “tener que recoger a los niños” del colegio.
En fin, eso no importa. Lo que importa es que es Navidad, el momento de estar con su familia y de sonreír a cada “¿y cuándo te piensas casar?”, “¿por qué no haces como Pablito que ya está abriendo su quinto negocio?”, “¿eso que haces sí da dinero?” por parte de sus tías. Obviamente no le interesa tener la respuesta a ninguna de sus preguntas. Simplemente maldice para sus adentros. No se la está pasando para nada bien, pero ¿por qué no? “Si es Navidad, todos deberíamos amar esta época del año”, se dice. La cena está a punto de ser servida y Andrés no ve la hora de llegar a su casa, meterse debajo de las cobijas y rogar para que se acabe el año.
Claramente, eso no va a pasar, tenemos que llegar a una moraleja con todo esto. ¡Un buñuelo! Sí, se atraganta con un buñuelo. Se pone morado, deja de respirar, ve su vida por delante y todo ese tipo de cosas cuando vives una experiencia transformadora. De pronto, en ese pequeño espacio temporal entre la inconciencia y la lucidez, ve avecinarse una silueta.
—Muerte, ¿eres tú? Por favor dame otra oportunidad —le ruega entre sollozos.
—Ay, ya, deja el drama. No te vas a morir. Solo estoy aquí para que, amigo, te des cuenta de lo que estás haciendo con tus finanzas.
—¿Y qué estoy haciendo?
—¿Te parece que vas muy bien? Eres un desorden y lo sabes.
—¿Y quién eres tú para decirme eso? —reprocha indignado, indignadísimo.
—Pues tu coach financiero.
Cambio de luces, humo, vueltas y todo ese tipo de cosas que señalan que se está dando un salto al pasado. Normal.
Andrés está sentado frente a su computador. Andrés del pasado, claro. Andrés del futuro lo mira extrañado.
—¿Qué es esto? No me he fumado nada como para estar viendo este tipo de cosas.
—Obvio no. Te traje a que vieras a tu “yo” del pasado para que entiendas cómo impacta eso en tus finanzas del presente. Es lo que hacemos los coaches, ayudarte a entender tus comportamientos. Luego veremos cómo los puedes mejorar. ¿Recuerdas ese día? ¿Qué estabas haciendo?
—¡Claro! Ese fue el día en que me terminó mi ex.
—Ya. ¿Y qué hiciste?
—Comprar un viaje para llevarme a todos mis amigos.
—¿Y tenías cómo pagarlo?
—No. Usé la tarjeta de crédito.
—Y lo sigues pagando hasta hoy, ¿verdad? —Andrés afirma con la cabeza— No pensaste en los intereses. Ese despecho te costó más de la cuenta.
Otro cambio de luces, humo, vueltas y todo ese tipo de cosas que señalan que se está dando un salto del pasado al presente. Normal.
—¿Cómo estás de deudas hoy?
—¡Ni me hables de eso que me estreso?
—Hasta el cuello. ¿Y por qué volviste a usar entonces la tarjeta para comprar todos los regalos?
Andrés se encojé de hombros. La cag%$$. Es verdad, es verdad, no podemos decir eso en este espacio. Digamos mejor: se equivocó. Y ahora lo sabe.
—¿Quieres ver tu futuro?
—¿Va a ser bueno?
—A ver, te hago unas preguntas y ya tú me dirás.
Andrés acepta. Confía en su capacidad de responder todo. Total, ya no puede estar peor de lo que la está pasando. A todas estas, ¿cuándo va a volver del trance? Todavía no. Tenemos que llegar al momento revelador. Para eso nos va a colaborar el coach y sus preguntas:
—¿Cuánto ahorras al mes?, ¿cómo te estás planeando para tu retiro?, ¿cómo va ese historial crediticio?, ¿cuánto tiempo podrías vivir tranquilo si te quedas sin trabajo?
Andrés se exalta. Empieza a respirar agitado.
—Mal. Todo mal. Todo está mal. ¡No hago nada por mi futuro! ¿Qué voy a hacer? No me muestres, ya sé que será fatal.
—Ay, deja el drama —le dice el coach entre risas—. Todavía puedes hacer algo al respecto. Te propongo un trato. Te vas a despertar y vas a programar una sesión de coaching desde qiip. Así sabes qué acciones empezar a tomar desde ya para mejorar tu relación con el dinero.
Un último cambio de luces, humo, vueltas y todo ese tipo de cosas que señalan que se está saliendo del sueño/espacio temporal de revelación al que habíamos mandado a Andrés. Qué bien que no lo mató el buñuelo. Sería lo más vergonzoso y cliché que podría pasar: muerto por atragantarse en Navidad... con un buñuelo.
En fin, hasta aquí llegó toda nuestra manipulación con la vida de Andrés, pobrecito, le hicimos pasar muchas cosas. Pinche Mauricio que no le llevó regalo.
Pero en serio, y aquí viene la reflexión que nos interesa. Navidad es una época hermosa, de amor, celebración y compartir con todos nuestros seres queridos. Pero, también es un periodo en el que solemos gastar mucho dinero. Por ahora no lo sentiremos en el bolsillo, pero después llegará enero, el lunes infinito del año y nos pasará factura. Por eso, midamos nuestros gastos, preguntémonos si en verdad necesitamos lo que vamos a comprar e intentemos ahorrar. Tu Andrés del futuro te lo agradecerá. Lo bueno es que siempre cuentas con tu eqiipo financiero para ayudarte a salir de cualquier duda. ¡FELIZ NAVIDAD!